miércoles, 7 de diciembre de 2016



Lagartijas y salamandras

En verano puedes encontrar muchas lagartijas cerca del refugio. La foto ha sido tomado a pocos metros del refugio. Hasta entran en el refugio. Una vez, al salir para un paseo, he echado una lagartija sin cola (como el perro de San Roque) del vestíbulo, porque pensaba que no era el lugar adecuado para lagartijas, nada para comer allí. Unas horas más tarde, al regresar del paseo la misma lagartija otra vez estaba en el vestíbulo. Supongo que era la misma, no tenía cola. Sabía entrar y salir del vestíbulo sin utilizar la puerta.
Una vez, subiendo la escalera desde la estación, vi una lagartija tomando el sol. Quería ver cuánto podía acercarme sin que huyera la lagartija. Centímetro por centímetro me acerqué, solo moviendo en la dirección a la lagartija y sin mover lateralmente. De vez en cuando tenía que mover una pierna sin mover la cabeza, muy despacio. Así poco a poco  me acerqué hasta estar con mi cabeza a unos quince centímetros (¡quince centímetros!) de la lagartija, entonces he terminado el experimento y al mover la cabeza la lagartija huyó. Otras veces una lagartija era muy curiosa y inspeccionó mi mochila que había puesto en el suelo a medio metro de mi.

Hace unos años todavía corría unos kilómetros en la carretera del refugio hacia Cotos para mantenerme en forma. Un día encontré una salamandra común andando en la carretera. Se encuentran en  todo Europa salvo en Holanda y los países nórdicos. El bicho no era muy activo: cuando ponía una bota en frente de su cabeza solo bajaba su cabeza y no huía. La carretera no me parecía un buen sitio para una salamandra. Sus colores me daban algo de miedo, en general bichos con colores vivos son peligrosos (avispas) o tienen muy mal sabor (mariquitas). Por casualidad tenía una mano vendada por tener un esguince de un dedo y para no ensuciarla me había puesto un guante. Levanté la cola con una rama y con la mano con el guante la cogí por la cola y la puse en el bosque al lado bajo de la carretera. Menos mal que, como ocurre con las lagartijas, no sueltan la cola para escapar. En casa busqué más información del animal; había tenido suerte con el guante: su piel secreta un líquido blanco que protege a los bichos lentos. El líquido causa convulsiones e hipertensión con hiperventilación en todos los vertebrados, aunque supongo que el efecto dependerá del peso de la víctima.  
Walter Schuit